Los préstamos con garantía hipotecaria, o préstamos inmobiliarios, son una alternativa para obtener grandes sumas de dinero para reunificar deudas, aceptar herencias o incluso comenzar un negocio. Siempre que tengamos una vivienda en propiedad como garantía podremos contratar estos créditos de manera rápida y fácil.
¿Qué es la garantía hipotecaria de un préstamo?
Cuando hablamos de garantía hipotecaria, nos referimos al aval que le asegura a la entidad prestamista del dinero que no saldrá perdiendo y que de una manera u otra recuperará el préstamo que ha concedido. Una garantía hipotecaria en un préstamo es poner nuestra casa en propiedad como “seguro” para que nos concedan grandes cantidades de financiación.
Si queremos conocer el monto total de capital de nuestra vivienda, debemos fijarnos en la diferencia entre el valor tasado de nuestro hogar y el saldo restante que tenemos por pagar de la hipoteca. Así, es necesario aclarar que no es lo mismo un préstamo hipotecario que uno con garantía hipotecaria, ya que el primero es el que nos permitirá adquirir un inmueble, por lo que, el único fin de este producto es concedernos la propiedad y en ningún caso el capital, a diferencia del segundo.
Rasgos básicos de los créditos hipotecarios inmobiliarios
Los préstamos con garantía hipotecaria son créditos cuya única garantía de pago es un inmueble en propiedad o hipotecado que tenga poco capital pendiente. Estos productos son distintos a las hipotecas, ya que su finalidad no es la de comprar una vivienda, sino disponer de grandes cantidades de dinero otras finalidades. Sin embargo, sus condiciones son muy diferentes:
Los préstamos con garantía hipotecaria también ofrecen cantidades de dinero elevadas: hasta 500.000 euros, dependiendo del valor adjudicado tras la tasación del inmueble. Generalmente prestan como máximo un 35 % de la tasación actual. Su plazo de reembolso es mucho más largo que la de un crédito al consumo, generalmente hasta 15 o 20 años.
El tipo de interés de los créditos con garantía hipotecaria suele ser más alto que el de las hipotecas, ya que el riesgo que asumen las entidades prestamistas es mayor y no deja de ser un préstamo. Su coste medio ronda entre el 11 % – 16 % TAE
Estos créditos suelen incluir comisiones y otros gastos de gestión, aunque no suelen obligarnos a contratar productos o servicios vinculados adicionales que incrementarían su precio considerablemente.
Estos préstamos los conceden tanto entidades bancarias, como intermediarios financieros de crédito.
- Si acudimos a los primeros, los requisitos que tendremos que cumplir para acceder al producto serán más estrictos y, probablemente, tardemos más tiempo en recibir el dinero por todos los procesos.
- Mientras que los intermediarios financieros solo nos exigirán que pongamos una vivienda como garantía y que seamos mayores de edad, aunque el proceso también durará varios días, ya que deben tasar la vivienda, realizar la firma ante notario, etc.
Suelen conceder grandes periodos de carencias parciales o totales de hasta cinco años, lo que nos permitirá una cuota más baja o nula aunque es recomendable calcular si esta opción nos sale o no a cuenta, ya que aumentará el coste del crédito.
Una de las principales ventajas que a menudo ofrecen los intermediarios financieros que ofertan estos productos es la opción de realizar un estudio gratuito de nuestra situación financiera y una tasación.
Motivos para contratar créditos con garantía hipotecaria
Un crédito con una propiedad como garantía de pago es un producto financiero que puede sernos de gran utilidad, ya que permite obtener grandes sumas de dinero, aunque la situación económica por la que pasemos sea delicada. No obstante, es un producto que conlleva un gran riesgo y que puede llegar a ser muy peligroso si no lo utilizamos con precaución y de manera responsable. Por ello, a continuación, mostramos las ventajas y desventajas más relevantes de este tipo de productos crediticios para saber si nos convendrá solicitarlos o no:
- Pros de los préstamos con garantía hipotecaria:
*Permiten solicitar grandes importes de hasta 300.000 euros o más.
*Tienen plazos de reembolso muy extensos, de hasta 20 años
*Muchos de estos préstamos permiten disfrutar de uno o varios periodos de carencia, ya sea total o parcial.
*Para que nos lo concedan, no será necesario justificar que recibimos unos determinados ingresos.
*Se pueden obtener, aunque figuremos en alguna lista de morosos o tengamos embargos pendientes.
*Podremos seguir habitando la propiedad que pongamos como garantía. - Contras de los créditos con garantía hipotecaria:
*Los intereses de los créditos con garantía hipotecaria son más altos que los de las hipotecas y los préstamos personales.
*Estos préstamos suelen incluir comisiones y otros gastos de gestión que pueden encarecer el producto.
*El tiempo que tardarán en darnos el dinero puede demorar durante varios días.
*Si no pagamos las cuotas del crédito, correremos el riesgo de perder la vivienda, entre otras consecuencias negativas.
Antes de solicitar estos productos, es fundamental que tengamos presentes las ventajas y, sobre todo, los riesgos a los que nos exponemos, ya que se trata de una decisión muy importante y una vez firmemos el contrato, nos comprometemos a las condiciones establecidas en él.
¿Puedo obtener préstamos hipotecarios con deudas?
Sí, precisamente es uno de los pocos productos crediticios de grandes importes que podemos contratar aunque estemos registrados en listas de morosos. Una opción que no ofrecen los préstamos sin aval, ya que el tipo de clientes es distinto.
Además, a diferencia de otros préstamos con ASNEF, podemos conseguir créditos con garantía hipotecaria, aún cuando nuestra deuda sea de grandes importes y no será necesario que no esté vinculada a una entidad bancaria.
Condiciones para contratar préstamos inmobiliarios
Son muy pocos los requisitos que debemos cumplir para poder acceder a estos productos, de hecho, en la mayoría de los casos estas son las dos únicas exigencias que nos pedirán cumplir:
- Tener una vivienda en propiedad a nuestro nombre: generalmente, nos exigirán que la propiedad ya esté completamente pagada y libre de cargas o, por lo menos, que lo esté el 70-80 % del valor de esta.
- Ser mayores de edad: de 18 años, aunque dependerá del intermediario financiero, ya que en algunas ocasiones nos exigirán tener entre 21 y 25 años.